Creemos que nos ha faltado ver todo el conjunto que rodea al delito de secuestro y resolver a fondo la problemática social que vivimos en la actualidad. Lo que se quiere decir es que México, como Federación, debe buscar soluciones para combatir este delito, pero no de manera aislada, sino con un plan nacional entre todas las instancias públicas, federales, estatales y municipales. En un plano de colaboración, compartir información (archivos, datos) establecer una red de inteligencia incluso entre las fuerzas armadas, policías, para ganar la batalla.
Ya que poco o nada se logra con medidas aplicadas, por ejemplo, en el Estado de Veracruz, congelando las cuentas y demás activos bancarios de la víctima del secuestro, para evitar el pago del rescate; ya que lo único que se obtendría, es que no haya denuncia, o bien, que se de un desplazamiento de los delincuentes a otras zonas de la República y trasladar el problema a otro estado no es solucionarlo.
Esta medida ha sido aplicada en otros países como Colombia, en donde no ha dado resultados. Colombia prohibió el pago al secuestrador por la Ley 40 de 1993 y unas encuestas de siete años después indican un incremento en este delito del 370%, además de un crecimiento de las cifras negras (listas no oficiales) por la falta de denuncias. Esta Ley 40, está basada a su vez, en la Legislación Italiana de 1991, en donde sí hubo un decremento en los secuestros, que muchos atribuyen al desmantelamiento de la organización terrorista “Brigada Roja” y una disminución de las cifras oficiales por temor a denunciar los secuestros.
La Ley Procesal Veracruzana no llegó tan lejos como la Colombiana de prohibir el pago del secuestro sin importar el origen de los recursos.
Por otro lado, las soluciones implementadas por nuestros gobernantes, a corto plazo (o sexenales) no van a la raíz del problema, pues como se ha visto en las últimas fechas en los noticieros, periódicos, revistas, en todos los medios de información impresos o en línea, el problema viene de la mano de otros como el desempleo, falta de oportunidades para el estudio en los jóvenes sobre todo da las grandes ciudades, que viven en colonias marginales. Los llamados ninis (jóvenes que ni estudian ni trabajan), quienes son los futuros delincuentes, o sicarios de la delincuencia organizada. Entonces, lo contrario, la creación de empleos y oportunidades para éstos jóvenes sería una solución definitiva para combatir este y otros delitos.
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